¿Por qué trashuman?

Gredos conserva uno de los mayores contingentes de ganado trashumante de Europa. Cada año miles de vacas avileñas emprenden en invierno el camino hacia las dehesas del sur para regresar a los pastos de montaña a finales de la primavera. Un movimiento secular que, aquí, se conserva todavía con toda su vigencia.

Las causas de este movimiento hay que buscarlas en las condiciones climáticas de la Sierra de Gredos. Se trata de una zona de una altitud considerable, en una orografía montañosa muy marcada. Aquí los inviernos son rigurosos y fríos. Es habitual que la nieve cubra durante amplios periodos de tiempo los pastos y que las temperaturas sean muy bajas.

Pastizal de montaña en la Sierra de Gresdos.

El ganado avileño se mantiene en régimen extensivo, es decir, se tiene suelto en los pastos y se alimenta de los mismos, consiguiendo una alimentación natural. Durante el invierno sería imposible poder mantener este sistema; se haría necesario cerrar el ganado y alimentarlo con pienso. Pero esa no es la voluntad de los ganaderos de vacuno avileño, conscientes de que la calidad de su carne procede, además de las características de la raza, de la alimentación natural que tiene durante todo el año.

Por eso, en los periodos del invierno se van en busca de lugares donde el ganado pueda seguir alimentándose de pasto. Y estos lugares están en las dehesas del sur. Aquí el clima templado hace que en invierno y principios de primavera se produzca abundante pasto, favorecido por la abundancia de agua.

Aquí la situación es inversa. En verano, el rigor de las temperaturas y la falta de lluvia provocan que el pasto se agote durante el estío. Esto obliga de nuevo a buscar pasto fresco y a emprender el camino de vuelta a la Sierra.

La trashumancia de la Sierra de Gredos no es un capricho, es una necesidad. Al disfrutar de la afamada carne de Avila, debemos recordar el esfuerzo de los ganaderos para garantizar la calidad de su producto.